Friday

¿Quien puede resistirse a Picasso?


Paseo por la librería y, cuando pongo mis ojos sobre un doble volumen sobre Picasso, no puedo apartarlos de él. Cojo el libro, paso su superficie cerca de la luz incandescente del lector de barras y compruebo, sorprendido, que puedo pagarlo. No me voy sin el de la librería.

De libros de picasso podría hacer una biblioteca, debe ser este el numero 9, pero aún así, necesitaba tenerlo. Me siento en casa, después de trabajar, con el libro, compruebo sus frías dimensiones, paso mi mano por su lomo, como queriendo acariciar lo que no podre tener, esa genialidad animal, esa fuerza taurina. Me preparo un cigarro para comprender todo lo que me espera encerrado en el libro que tengo en mis manos. De los dos volúmenes, cojo el segundo "Si hay algo que robar, lo robo" y empiezo a ojearlo tranquila y pausadamente. Mis dedos no consiguen despegarse de sus paginas, de su olor. Empieza con el guernica y hasta su muerte, repasa los temas importantes, los grandes cuadros, la magnificencia del savoir faire. Él si que sabe. No consigo despegarme de él en una hora o dos, repaso, meticulosamente, todos los cuadros serigrafiados sobre las páginas del libro, me introduzco dentro de ellos. Bailo con amarillos y azules, rojos, mujeres de todos tipos que se pasean bajo el sol. Veo sus errores, veo sus grandes soluciones, sus trucos, sus miedos, sus cagadas. Su genialidad, su espontanea manera de reproducir, de mostrar, de crear. Comparto la cena, la mañana soleada o el estudio con modelos y pintores. Y naufrago.

Naufragio en colores.

Y solo me queda,
en el impulso
que todavía
recorre mi cuerpo,
levantarme a pintar.