Un mundo sentimental
Me levanto y escucho, en mi cabeza, las variaciones goldberg, solo el aria, mi cerebro no entiende de variaciones, recién levantado, a las 12 de la mañana. Resaca. El puto Glenn Gould.
Me ducho y canto Es ist das höschte der gefühle, aria de Die Zauberflöte. No se alemán, pero los cachos que me suenan los canto y los que no, tarareo, pero me da igual, la verdad.
Almuerzo y pongo la radio. Suena el concierto para dos violines de Bach, BWV 1044. Tarareo, entre pan y jamón serrano. Este año por lo menos han puesto este concierto, 5 veces, que yo recuerde. La gente lo pide y no me extraña, es genial, de verdad.
Al tiempo de que suba el café en la cafetera, los de catalunya radio cambian de Bach a Korsakov y su Sherezade. El café baja tranquilo, con ese sinuoso inicio de esta obra. Me calmo. Puede ser un buen día.
En el tren, a mi petición particular y exclusiva, puesto que casi todo dios odia la música del tren, ponen las cuatro estaciones de Vivaldi, la que mas adoro, el ultimo movimiento del verano. Frigthening but charming.
A medida que avanzo por la universidad, suenan las valquirias de Wagner, del Anillo de los Nibelungos, al compás de los bajos de las faldas de las zagalas que recorren el hall de la facultad. Es imponente; algunas, no se si hoy o mañana, conquistaran Europa y mas de un corazón. Quisiera ser aniquilado por este tipo de maquinaria de guerra, joder.
Entro en clase y un profundo sueño me invade. Creo que hablan de la sustancia. sub-stantia. Y yo con la sinfonía numero 25 de Mozart. Tengo que despertar?
Así empieza mi día, al ritmo de la mochila cultural. Y no hace falta que me haga músico, poeta o soñador profesional. No hace falta que me apunte a una escuela de cultura, como en el anuncio del escac. Ya soy prou freakie, como para apuntarme a un club de freaks. Nunca formaría parte de un club en el que admitieran a gente como yo. No quiero encerrarme, ans al contrari, necesito abrirme, a todo y a todas.
Me ducho y canto Es ist das höschte der gefühle, aria de Die Zauberflöte. No se alemán, pero los cachos que me suenan los canto y los que no, tarareo, pero me da igual, la verdad.
Almuerzo y pongo la radio. Suena el concierto para dos violines de Bach, BWV 1044. Tarareo, entre pan y jamón serrano. Este año por lo menos han puesto este concierto, 5 veces, que yo recuerde. La gente lo pide y no me extraña, es genial, de verdad.
Al tiempo de que suba el café en la cafetera, los de catalunya radio cambian de Bach a Korsakov y su Sherezade. El café baja tranquilo, con ese sinuoso inicio de esta obra. Me calmo. Puede ser un buen día.
En el tren, a mi petición particular y exclusiva, puesto que casi todo dios odia la música del tren, ponen las cuatro estaciones de Vivaldi, la que mas adoro, el ultimo movimiento del verano. Frigthening but charming.
A medida que avanzo por la universidad, suenan las valquirias de Wagner, del Anillo de los Nibelungos, al compás de los bajos de las faldas de las zagalas que recorren el hall de la facultad. Es imponente; algunas, no se si hoy o mañana, conquistaran Europa y mas de un corazón. Quisiera ser aniquilado por este tipo de maquinaria de guerra, joder.
Entro en clase y un profundo sueño me invade. Creo que hablan de la sustancia. sub-stantia. Y yo con la sinfonía numero 25 de Mozart. Tengo que despertar?
Así empieza mi día, al ritmo de la mochila cultural. Y no hace falta que me haga músico, poeta o soñador profesional. No hace falta que me apunte a una escuela de cultura, como en el anuncio del escac. Ya soy prou freakie, como para apuntarme a un club de freaks. Nunca formaría parte de un club en el que admitieran a gente como yo. No quiero encerrarme, ans al contrari, necesito abrirme, a todo y a todas.