Pasando por Valparaiso
¿Qué hubiera dicho cristo?
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Martin Niemöller
(punk alemán y cura)
¡Esto es lo malo, esta es la mierda!
Torrente
el brazo tonto de la ley
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Martin Niemöller
(punk alemán y cura)
¡Esto es lo malo, esta es la mierda!
Torrente
el brazo tonto de la ley
- Oye, ¿le puedes dar caña a la maquinita, pa comprar tabaco? - le dice Bernard, el típico jovencito barbudo y de chaqueta verde, al barman, que tiene cara de llamarse Manuel.
Odiaba cómo aquellos tiempos habían arrasado una de las libertades y comodidades, primordiales, de recibir el título de ciudadano - pensaba- La verdadera libertad. Y era el tabaco, amigos. El primer perseguido en el marco de nuestras libertades. Cito a Niemöller, texto típico, ya lo veis. Ahora, mandos a distancia para las máquinas, alejando de ellas a los niños. Salas donde NO se puede fumar, bajo pena de muerte, casi. Muchos no fumadores, tirando cohetes y armando jarana, celebrándolo, por todas las plazas y calles de ciudades y pueblos de españa. En fin, un asco.
- Vale, ya esta. - dice Manuel, el barman, con aire tranquilo y sereno, esta mañana.
- Gracias - dice Bernard; disperso pero atento.
Y mientras lo dice, Bernard se gira hacia la máquina de tabaco que espera ser violada, por sus encrespadas monedas, en busca de una colérica calada. ¡Quiero tabaco, joder!
- Oye, marinero,... - le dice un tipo extraño, viejo, barbudo y desaliñado, a Bernard, desde el fondo de la barra.
[...]
-¡Toma esto hijoputa! ¡Cabron! ¡Y esto, por no haber entendido a Jesucristo, malnacido! ¡cabronhijodelagpblalbla! - se oía gritar a alguien desde la calle, a la vista de aquel bar normal y corriente, dentro de lo que cabe.
Y con todo esto, ya podéis haceros una idea de qué va la historia, no hace falta que cuente más. Un inicio para una historia.
Haztela tu mismo, al estilo sudamérica.