rios de lodo inundan mi jardín,
abnegan lo que el cariño hizo posible,
y mis animales mueren sollozando,
y las flores y los arboles frutales,
dejan paso a la cienaga, desolada
¿pero de donde viene ese lodo? ¿cómo ha llegado hasta aquí?
construyendo en harmonia, un palacio para el alma
vino una jardinera protectora de lo más puro, a guardarlo
no sabiendo que en su interior, bajo el jardín de rosas,
había almacenando ponzona y veneno,
que un dia iba a traicionarla
que en un ataque de miedo y en forma de serpiente,
escupió a la guardia y protectora del jardin,
que presa del panico y de dolor, de traición mortal,
abrió el pozo donde se guardaba ese lodo e inmundicia
en la que ahora se ahoga mi paraíso
y es que no supe tratar a la protectora de mis bienes
con la sutileza y la confianza de la que era meretriz
dejé que la engañosa valentía del momento, negara, brutal,
¿que pudo ser sino, una broma macabra de mi propio espíritu?
negué en un momento, lo que el tiempo había construido,
lo que la confianza nos dio
y no hay nada que reprochar, contra esta amiga enemiga,
pues no es sino mi propia arma la que ha sido usada en mi contra,
y aún conociendo su efecto, cual es la causa de mi pesar,
más duele en mis entrañas, más agudo el dolor,
esa hoja envenenada que se me clava, que se me clava,
y que quizá siempre estuvo clavada, hasta que ella misma la arrancó
para construir el jardin que ahora peligra, por el que ahora sufro
al que si muere, yo mismo habré asestado golpe mortal,
atacando a la guardiana, que abrió la puerta al lodo y la inmundicia,
al jardín que si se vuelve pantano, yo mismo habré de ser la serpiente
que traidora en el vague, sola